Con la misma sonrisa de esa luna,
cómplice sigilosa y discreta
del eco rumoroso de tu canto,
ando hoy todo el día, despierta.
Como si fuera mi santo.
Tan a gustito, tan a gustito.
Tan suavecito, tan despacito.
Al tan-tan de la luna,
al tan-tan de tu canto,
al de tu piel moruna,
tan a gustito, qué encanto.
M.M.D. Febrero’11