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Once in a blue moon, expresión inglesa de nuestro "de higos a brevas", es un espacio para la EXPRESIÓN de algo que no sucede a menudo...

En una canción de Elvis Presley, la Luna Azul es un símbolo de soledad; cuando el amor conquista todo, la Luna Azul se torna dorada.

La Luna es Azul para quien defiende una causa perdida.

En el idioma inglés, Luna Azul -o Luna Triste- refleja la idea de tristeza, añoranza y melancolía.

La Luna es Azul, cuando la luna llena se produce dos veces en un mismo mes, en el instante exacto en el que la alineación Sol-Tierra-Luna es máxima.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Noche sin luna




Sería el vino de oporto que empezaba a surtir sus efectos o el calor que desprendían las llamas bailarinas de la chimenea, pero tendida desnuda sobre la alfombra de reno notaba como su piel se atemperaba y ya no tenía frío.
Todos sus sentidos alerta en comunión directa con su imaginación. Podía imaginar perfectamente la escena sin valerse de sus ojos. Las paredes anaranjadas por el efecto de las llamas dibujaban sombras en la sala que contrastaban con la oscuridad de un noche sin luna. Olía a tierra mojada y a madera, en la proporción acertada para envolver su cuerpo, como si de un preciado regalo se tratase, de un aroma arrebatadoramente ancestral y terreno.
Extendió cautelosa su mano derecha en un intento de alcanzar la copa de vino que minutos antes había dejado sobre las frías baldosas. Comprobó, en el lento caminar de sus dedos, la suavidad de la piel de reno acariciando la parte interna de sus antebrazos. Un leve escalofrío le recorrió la columna de arriba abajo. El crepitar del fuego le devolvió la calidez anterior y avivó su percepción auditiva que, intuitivamente, se orientó hacia el otro lado de la sala. Más allá, en la cocina sonó la puerta del frigorífico al cerrarse y el tintinar del cajón de los cubiertos. Trató de adivinar que se fraguaba allí cuando la yema de su dedo corazón rozó el pie del frío cristal de la copa de vino, desbaratando así sus pensamientos e incitando otros sentidos. Tomó suavemente la copa de vino en su mano, a la vez que cimbraba ágilmente su cuerpo en un movimiento grácil y ballístico. Apoyó su mano izquierda en la alfombra y mojó sus labios con la fresca acidez del caldo, apreció su sabor frutal, su textura aterciopelada, su estimulante sensación de calidez del final. Cerró los ojos reafirmándose en su cata y volvió a degustar un sorbo más largo. La punta de su lengua recorrió los labios atesorando los últimos restos del excelente líquido.
Satisfecha, se dejó deslizar plácidamente a su posición primera, apartando la copa a una distancia prudente para no ser derramada involuntariamente. Abrió los ojos y no vio nada. Sonriendo recordó el pañuelo de seda negro que los cubría y los pormenores que le llevaron allí. Sintió un calor excesivo en su costado cercano a la chimenea; rodó, alejándose de ella, hasta quedar tendida de cara. En el tránsito reaparecieron aromas antes inadvertidos: la fragancia del gel de ducha combinada con el peculiar olor a cuero de la alfombra, el perfume impregnado en el pañuelo con el suavizante del pelo…
El sonido de unos pasos descalzos, interrumpió la disquisición de esencias. Un cambio de luz a través del pañuelo reveló una presencia inmediata. Adivinando una mirada clavada sobre su cuerpo, sintió el rubor de su desnudez y volvió a rodar hasta mostrar su espalda.
Los pasos se dirigieron hacia el equipo de música. Al momento, sonaron suaves los primeros acordes del “Otoño” de Vivaldi. La atmósfera se impregnó de notas de complicidad. Una profunda exhalación relajó por completo el cuerpo tendido. Los sentidos bajaron la guardia. Podía esperar todo y nada, pero prefirió no augurar. En esto se debatían sus pensamientos cuando advirtió la cercanía de otro cuerpo arrodillado a su lado. El inconfundible olor a limón provocó una nueva exhalación. No quería dar rienda suelta a la imaginación y en ello centró su pensamiento. La calidez de sus labios sobre la base del cuello inició ceremonioso el rito sensual. Su respiración estableció el ritmo, aún acorde con el tempo de adagio que se oía. Con su maestría ya familiar, sus dedos danzaron caprichosos por la espalda que se iluminó como una inmensa Vía Láctea. Parecían templar una guitarra, y como tal vibraron las cuerdas-costillas, los poros-montañas, el vello-junco…La respiración se hizo más y más profunda. Parecía flotar sobre nubes de algodón. Cientos de labios dejaron sutil estela de espuma de mar.
De pronto, todo cesó. Tan solo el crepitar del fuego rompía el silencio. Fueron largos segundos agudizando los sentidos. Ninguna percepción salvo el ritmo acelerado de ambas respiraciones.
Se escuchó el encender de un mechero y al punto la esencia vainillada de una vela. Un estremecimiento emocionó cada centímetro de su piel. La maquinaria de la imaginación se puso en marcha. La temperatura corporal ascendió por segundos predisponiéndose para…Algo metálico y frío hizo temblar cada fibra a su paso por la espina dorsal. No podía pensar, lo sensitivo dominaba todo. Se dejó llevar emitiendo un callado gemido. El filo del objeto subía por sus costados, bajando por su columna en un incesante y lento circuito en ocho. El tamborileo de unos dedos borró, de arriba abajo, todo lo anteriormente trazado. Una sustancia gélida y densa paralizó la tercera cervical, tensando todos los músculos y piel de su alrededor. El ardor del cuerpo se fusionó con el nuevo elemento licuándolo y derritiendo su jugo espalda abajo. Sintió el discurrir de su trazado lento y cadencioso, vértebra a vértebra, se bifurcó al llegar a la altura de las caderas. Y allí fue recorrido a la inversa por una ardiente y húmeda lengua que excitó hasta el centro todo su ser. Sintió el palpitar de los sexos, la aceleración de los pulsos, el tensar de los cuerpos.
Súbitamente su cuerpo fue manejablemente volteado hasta quedar de cara, flanqueada por dos fuertes piernas, hizo el ademán de desprender el pañuelo que la cegaba. Sus manos fueron apartadas por dos más varoniles que la clavaron en cruz al suelo al tiempo que su boca fue sellada por un pasional e intenso beso. El aflojamiento hizo mella y de nuevo se hundió en el suspenso. Dientes exprimiendo sus pezones. Labios agitando las mareas. Ceras solidificándose en la piel. Mezcolanza de fluidos…..

Como sonrió la luna a través de los cristales, cuando la petit morte fundió al unísono dos cuerpos bañados en el brillo anaranjado de las llamas.




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